Se desarrollan soluciones para la protección y estabilización de taludes
Los estudiantes del curso "Bioingeniería de Suelos" dictado por el académico e investigador, Carlos Bonilla, han estado trabajado durante este semestre en el desarrollo de soluciones para la protección de taludes ubicados en distintos sectores de Santiago y la Región de Valparaíso.
Durante este semestre, los estudiantes del curso Bioingeniería de Suelos (ICH3610) que imparte el Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental y el cual está liderado por el académico de la Escuela de Ingeniería UC, Carlos Bonilla, tienen el desafío de desarrollar soluciones de ingeniería para la protección de taludes y reducción de la erosión hídrica en cuatro proyectos viales, mineros y urbanos.
El propósito de este curso es que los estudiantes se capaciten en el uso de material vegetal, vivo o inerte, para aliviar problemas tales como el deslizamiento poco profundo, la erosión hídrica y eólica, y la socavación de las riberas de los cursos de agua.
“El objetivo central del proyecto aplicado del curso es que los alumnos trabajen en equipo y desarrollen un análisis de los factores que controlan el proceso de erosión y estabilidad de una ladera en condiciones reales, y que apliquen los principios de la bioingeniería de suelos para la protección de taludes y reducción de la pérdida de suelo”, explicó el profesor del Departamento de Ingeniería Hidráulica y Ambiental e investigador asociado de CEDEUS, Carlos Bonilla.
Cada equipo tiene a cargo un problema y espacio real, y sobre él deben evaluar las condiciones necesarias para la ocurrencia de procesos de erosión y desestabilización de laderas, identificando las condiciones que ameriten la aplicación de técnicas de bioingeniería de suelos. En base al análisis de las condiciones del sitio y requerimientos del proyecto, se proponen y diseñan soluciones a través del uso de sistemas vegetativos o sistemas combinados con soluciones estructurales.
En este contexto, los trabajos se concentran en el talud 21 de mayo en el puerto de San Antonio; los taludes que se encuentran en la ruta 68 a la altura del Santuario Lo Vásquez; el talud del botadero de la mina El Soldado en Nogales; las quebradas del sector alto de Valparaíso; y la salida norte del túnel San Cristóbal en Santiago.
Según los estudios realizados por el equipo de la estudiante del Doctorado en Ciencias de la Ingeniería, Angie Topp, el talud localizado al costado de la Ruta 68 próximo a Lo Vásquez se caracteriza por tener una pendiente pronunciada la cual comprende más de un 90% de roca expuesta. “Actualmente el suelo de la parte superior del talud evidencia rasgos de erosión hídrica de tipo laminar y por surcos, por lo cual nuestro proyecto contempla el uso de técnicas de bioingeniería mediante el establecimiento de especies vegetales arbustivas y herbáceas, con el fin de estabilizar el talud y protegerlo de la erosión hídrica y eólica”, explicó.
Como beneficio adicional, el proyecto permitirá mitigar el efecto de reflexión de la luz sobre el talud que afecta a los conductores de vehículos que transitan por la carretera. Además se verán valorizados los servicios ecosistémicos que entrega el talud, funcionando como un nicho de especies de flora y fauna, que pueden hermosear el entorno.
Por otra parte, el equipo de estudiantes encabezado por el alumno de pregrado, Matías Cortés, analizaron una ladera que se ubica sobre la autopista Vespucio Norte. “Actualmente algunas de las laderas más críticas y próximas a las autopistas están contenidas en parte por estructuras donde predomina el concreto, el cual rompe abruptamente con el paisaje y el ecosistema. Con nuestro proyecto buscamos entender el contexto socioambiental donde se desarrolla y proponer un diseño de control de las laderas que genere un menor impacto en el medioambiente”, dijo Matías.
Dentro de los resultados del trabajo de cada equipo, las propuestas deben cumplir con diseños que replicarán un sistema natural mediante el uso de materiales disponibles localmente y un mínimo de uso de equipo pesado. De esta forma se ofrecerá a los usuarios una manera económica para resolver los problemas locales en combinación con técnicas tradicionales de ingeniería tales como rocas o estructuras de hormigón.
Clases en tiempos de pandemia
Debido a la crisis sanitaria que afecta a nuestro país y el mundo, gran parte de las medidas ante la pandemia se relaciona con la suspensión de las clases presenciales en todos los niveles, lo que generó una rápida adaptación de la cátedra a una de tipo virtual.
En ese sentido el curso Bioingeniería de Suelos se caracteriza por ser práctico y aplicado por lo que la participación de los estudiantes es fundamental: “Es muy complejo saber si en realidad un estudiante está entendiendo o no a través de la pantalla. Si bien Zoom permite uso de pizarra, y otros recursos audiovisuales, es difícil saber la reacción de las personas. Como Bioingeniería es un curso pequeño, hemos insistido en el uso de los micrófonos, para que sea como una “clase presencial”, donde hay espacio para la discusión de los distintos temas. Hemos tratado de no perder ese aspecto y mantener una conversación en clases, más que un profesor que explica, la ayudante que hace los ejercicios y los alumnos que solo escriben o tratan de resolver problemas”, indicó Cristina Contreras, ayudante del curso.
Sin embargo, a través de herramientas digitales se ha podido transformar algunas de las actividades prácticas, como las salidas a terreno, que demanda el curso.
“Como ahora eso no es posible, hemos tratado de utilizar herramientas de información geográfica. Habíamos preparado algunas cápsulas de vídeo del trabajo en el laboratorio – para otros fines – pero que ahora están resultando muy útiles para que los alumnos entiendan un poco más la parte aplicada”, dijo Cristina. Además agregó que “en lo que va del curso también hemos visto algunas fortalezas de alumnos en el uso de softwares específicos, por lo que hemos invitado a estos estudiantes a que nos enseñen acerca de los softwares al resto de sus compañeros”.