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Entrevista: El Economista del Consejo Asesor

Cristóbal Philippi, con su buen humor y mirada horizontal, economista y miembro del Consejo Asesor de Ingeniería UC, agudiza su mirada profesional y analiza la del ingeniero.

Fecha de Publicación: 28/10/2013

Entrevista: El Economista del Consejo Asesor

Cristóbal Philippi, dice que su profesión es fácilmente traducible: “economista”, al revés de otros títulos profesionales de Chile, como “ingeniero comercial”. Con su penetrante sentido del humor y audacia en el hablar es el secretario general de  la Sociedad de Fomento Fabril. Forma parte del Consejo Asesor de la Escuela de Ingeniería, invitado por su Decano— “me siento honrado”, dice. Participa también con el Decano Juan Carlos de la Llera en el Consejo Nacional de la Innovación para la Competitividad.

“Soy el único no ingeniero del Consejo Asesor de la Escuela; soy probablemente un economista atípico: me gusta y me entretiene mucho la tecnología y la ciencia. Y no digo que sea ilustrado, pero tengo un nivel de ilustración tecnológica desarrollado”.

—¿Son muy distintos el ingeniero civil y el economista?

“Lo que voy a decir es una aberración. Las carreras, a mi juicio, lo que dan son una formación metodológica y una manera de mirar el mundo, de entender la realidad que nos rodea. Ciertamente hay diferencias bastantes sustanciales. El mundo físico debiera ser mucho más  conocido por un ingeniero que por un economista; la carrera de economía enseña a mirar al mundo en sus interrelaciones humanas, ciertamente con lo físico también.  Hay ahí interacciones físicas, pero la economía mira esencialmente el mundo de las interacciones humanas.”

—Uno tendería a decir interacciones financieras, monetarias…

“¡Absolutamente no! Economía hay sin moneda. Nadie puede decir que no existe economía en los pueblos que no tienen moneda. La economía es la interacción entre las personas, cómo intercambian servicios y bienes.”

—¿Y la teoría económica?

“Son muchos los ángulos, los planos, los cortes que tienen las personas.  La economía mira una parte, la interacción en el intercambio de bienes y servicios. Cómo operan las personas, qué las mueve y de ahí parte todo. De hecho Adam Smith escribió antes ´La Teoría de los sentimientos morales` que ´La riqueza de las naciones´. Y ´La Teoría de los sentimientos morales´ parte cuestionándose por qué alguien se preocupa por el sufrimiento del otro.  ¿Qué hay que mueve a una persona a condolerse? ¿Dónde está el motor que hace que una persona que ve a otra persona sufriendo, pasándolo pésimo, realmente sufra?  Y ése es un libro de Adam Smith, igual.  La economía y el ser humano están íntimamente ligados y no es finanzas.”

—Un economista podría remecer un modelo de un ingeniero…

“Pocas palabras no pueden condensar las diferencias entre uno y otro. Pero tal vez un elemento muy central es que el mundo de la ingeniería es más determinístico y el de la economía más probabilístico. En economía uno aprende que todo lo que está analizando no son datos precisos sino que distribución de probabilidades. (…) Los ingenieros determinan exactamente lo que va a pasar. Curiosamente (ríe) le aplican un factor de seguridad porque tienen plena conciencia de que no saben exactamente lo que va a pasar porque puede darse una combinación de factores que no incluyeron en el cálculo.”

—La ingeniería es una palanca y se mete en otros terrenos no por invadir sino por desarrollar…

“No lo veo como invasión. La capilaridad que se produce en los bordes de cualquier disciplina tiene que ver con estar en los bordes del conocimiento.”

Cristóbal Philippi se extiende en imaginar el conocimiento, primero como una esfera, luego como una pieza circular llena de puertas. “Si amplío el diámetro, me caben más puertas, y todas hacia lo desconocido. Abriéndolas, me encuentro con un mundo nuevo, tal vez con gente nueva, gente que no estaba en mi círculo básico. Y empieza a producirse la fertilización cruzada. Es natural que las disciplinas se expandan, que se topen y que empiecen a actuar combinadamente.”

Para él ciencia y tecnología son conocimiento, da el ejemplo de una prótesis de rodilla, “¿es un problema de medicina o de ingeniería?” Para él, el límite entre ciencia básica y ciencia aplicada, “son áreas muy grises”. 

—Una persona que está desarrollando un remedio…

“¿En qué mundo está? ¿De la ciencia, de la tecnología? ¿De la ciencia aplicada? ¿De la innovación? ¡No tengo idea! No me importa mucho: pero el tipo está desarrollando una molécula para atacar una enfermedad sobre la base de una hipótesis de funcionamiento de algo, de la transmisión de datos vía proteínas… ¿está en el borde de la ciencia? Probablemente.”

Agrega:

“Y ahí entra la parte relevante de cómo formar personas, cuáles herramientas darles para formarse.  Eso va a marcar un poco las posibilidades de las personas y las sociedades. Eso lo encuentro extremadamente atractivo, lo que se está haciendo en la Escuela de Ingeniería UC: armar un nuevo currículo, con una nueva visión, una nueva forma de desarrollar los talentos.  Mantener un esquema que tenga permanentemente a la vista la necesidad de interacción con muchos otros, con muchas otras áreas del saber, y con conciencia plena de la capacidad de apalancamiento que tiene la ingeniería.”

—La ingeniería está metida en muchos ámbitos.

“Este no es un problema de cantidad de ámbitos, sino que de lo que pueden aportar esos ciudadanos.  Y, en particular, en el caso de ingeniería de la Católica, puede liderar un cambio que sin duda será digno de ser seguido por otros.”

—La conciencia de lanzarse, de correr riesgos temprano, está atravesando la escuela. Los jóvenes rompen el esquema tradicional. Algunos congelan para emprender.

“No se puede generalizar, pero en las generaciones más jóvenes hay claramente una opción no menor por el emprendimiento.  Cambian de trabajo.  Hay quienes reclaman ´no tienen lealtad´.”

—¿Es así?

“Las personas que tienen que tomar decisiones en altos niveles de incertidumbre tienen una sociedad con el empleador y la pueden regular a su mejor saber y entender. Creo que tienen conciencia del tema de la formación continua, que es otra cosa que nos gusta predicar pero que no nos gusta mucho que se produzca. (…) … los emprendedores y la educación continua, tienen algo que ver.  Son gente que tiene confianza en sí y está dispuesta a dejar una pega por irse a estudiar 6 meses a alguna otra parte una cosa nueva.  Y a la vuelta, ya veremos.  Son un poquito más sueltos.”

—¿Y el viejo tema de la relación empresa/universidad?

“Ahí tengo una cosa.  Ese planteamiento de gente que dice que la empresa no contrata a la universidad. Déjame dar una vuelta al tema. Es bien raro que siendo que en las principales empresas, en todas, tienes más de un ex alumno tuyo, haya algo raro y no te contrate.  Porque si yo pasé por una escuela que me dio una enseñanza espectacular, una confianza profunda en la capacidad de los profesores e investigadores que están allí adentro para resolver problemas… ¡voy y los contrato por naturaleza!  Pero aquí no pasa.”

—¿Por qué no ocurre?

“Tenemos el problema por lado y lado. Hay un tema de desconexión fuerte y de ahí hay que empezar a picar más finito y entender los por qué. No tengo la solución, pero puedo determinar muy rápidamente que hay lenguajes distintos, objetivos distintos, tiempos distintos. Y hay —en algunas áreas del saber, no estoy especificando ingeniería— casi una formación paradigmática de separar ciencia y negocio”.

—El lucro.

“Eso es reflejo de una visión un poco maniquea del mundo: se divide entre los buenos y malos. Los buenos soy yo, por supuesto. El mundo de los académicos tiene algo de eso: nosotros somos los puros porque no nos fuimos al mercado a ganar planta. Y en esa clasificación ya hay un dejo de distanciamiento muy profundo. Se puede llegar a un punto más ideológico que separa el hacer negocio de la verdad, del conocimiento. Y uno se pone al lado de los buenos y el otro al lado de los corruptos, tú tienes un complejo problema de lenguaje.”

—¿Se puede arreglar eso?

“Sí, definitivamente. No es fácil ni rápido.  Los pasos que se han ido dando en los últimos 10, 15 años y tal vez un poco más, en crear instrumentos que permitan la mayor fluidez debería a empezar a rendir frutos en el mediano plazo. Le tengo fe a la nueva ley de I+D que va a producir dos cosas: el beneficio tributario conducirá a las empresas a identificar la investigación que realizan, a destacarla, para clasificarla como tal, y eso es posible que genere mayor interacción. Y que con ella, tengan que incorporar personas de otras características a la empresa.”

—¿Por ejemplo, qué tipo de personas?

“Si contrato un físico cuántico para que haga un análisis, tengo que saber de qué está él hablando. No puedo llegar y contratarlo y explicarle el problema que tengo. Necesito contratar un físico cuántico que estudie la materia y me ayude a mí. Esa interfaz es mi apuesta o mi esperanza: que sean traductores, que produzcan una cierta retroalimentación que genere capacidades dentro de las empresas. La separación de los lenguajes es algo clásico en todo. Los lenguajes mágicos que guardan el círculo de los iniciados son necesarios. Pero, cuando comienzan a diferir demasiado necesitas un traductor.  Los Ph.D dentro de la empresa podrían serlo. Soy un convencido de que son aportes valiosos.”

Agrega:

“Lo que Corfo ha hecho trayendo Centros de Excelencia también va a generar cierta tensión. La estructura industrial chilena es de bajo nivel de I+D. La industria más activa en esto, tengo entendido, es la automotriz. Tienen miles de ingenieros rediseñando todo el tiempo. Con una gran inversión en I+D. Nosotros lo que tenemos es de inversión baja. El futuro yo creo que viene por nuevas industrias.  Y en eso aportarán los centros tecnológicos como Fraunhofer y otros: incentivarán la I+D en la industria.”

—Ud. tiene un sobrino, Tomás Munita Philippi, uno de los mejores fotógrafos del mundo, fotógrafo del N. Y. Times en Afganistán, en guerrillas en Centroamérica…

“Le tengo cariño y admiración. Y un dejo de envidia por hacer una cosa para la cual hay que tener coraje. Él salió con talento artístico pero, además, con persistencia. Siempre he pensado que no sé si el 50, el 80 o el 90 por ciento de las carreras se fundan más en persistencia que en talento. Quien no tiene persistencia no llega a mucho. Tomás tiene ambos.”


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