Columna de opinión: Pandemia, consumo y residuos
El académico del Departamento de Ingeniería Química y Bioprocesos, César Sáez, analiza el impacto que ha tenido la generación de residuos sólidos urbanos desde el incio del confinamiento debido a la pandemia.
La emergencia sanitaria en la que se encuentra nuestro país y los consiguientes extensos tiempos de confinamiento que hemos debido sobrellevar durante este 2020, nos ha obligado a ajustar nuestro hábitos de consumo, lo que ha impactado significativamente en la generación de residuos sólidos urbanos.
A nivel domiciliario, el extenso uso de elementos de protección personal, fabricados en su mayoría de materiales plásticos no biodegradables, y la gran cantidad de envases y embalajes empleados para un delivery más seguro, ha producido impactos significativos en la producción de residuos plásticos, papeles y cartones. Si bien las botellas PET, los papeles y cartones poseen esquemas de reciclaje establecidos a los que en muchos casos podemos acceder; existe también una gran cantidad de otros materiales que no poseen esquemas de valorización y que impactarán acortando la vida útil de los rellenos sanitarios del país, reduciendo en muchos de ellos la fracción de biogás recolectada y empleada en la generación eléctrica.
Pese a lo anterior, esta situación presenta varias oportunidades que nos permitirán, en primer lugar, tomar mayor conciencia respecto de la gran cantidad de basura que cada uno de nosotros produce en nuestras actividades diarias; en segundo lugar, que existen distintos tipos de residuos, que por simplicidad terminamos desechando en conjunto, dificultando o imposibilitando su valorización; y, en tercer lugar, mejorar nuestras habilidades de revalorización, reciclando, reduciendo, reutilizando, recuperando y reparando diversos artefactos y materiales que en otras circunstancias botaríamos a la basura.
La invitación entonces es a (1) no mezclar nuestros residuos, separando la fracción biodegradable que se puede compostar de las fracciones que se pueden reciclar; (2) reducir nuestro consumo de productos no esenciales, reutilizando, recuperando y reparando bienes y artefactos que pueden también ser donados o intercambiados; (3) compartir nuestras experiencias y dificultades con familiares, amigos y nuestra comunidad, generando conciencia que utilizamos y compartimos recursos limitados del medioambiente, y que solo las pequeñas contribuciones individuales serán las gatillantes de los grandes cambios culturales que nuestra sociedad y país necesita, y cuyos impactos y aprendizajes perdurarán una vez terminada esta pandemia.
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